viernes, 8 de agosto de 2014

La llamada

Pasé un rato más hablando con la dulce Auri antes de atreverme a invitarla a cenar, pero resultó más fácil convencerla de lo que había previsto. Ella no había salido nunca de las inmediaciones, así que hablarle un poco de las grandes ciudades que he visitado fue suficiente para despertar su interés. Acordamos vernos esa misma noche en el vestíbulo del hotel, a las ocho en punto. No sabía en realidad si aquella chica podría aportarme más información de utilidad, pero tenía que intentarlo, y además era preciosa.

Después de despedirme y volver al hotel me dispuse a hacer lo que había temido desde aquella mañana, llamar a Ana. Utilicé para ello uno de los teléfonos disponibles para los huéspedes, mis dedos marcaron con rapidez su número personal, que me sabía de memoria, y esperé. Tardó menos de tres segundos en responder, con aquella voz suya carente de emoción.

–Sí que has tardado.

–Hola Ana, yo también me alegro de oírte.

–Ya, ya. ¿Qué te parece el sitio? ¿Está tan bien como lo recuerdo? Recuerda que tienes que traerme un informe detallado, necesito toda la información para que esto me salga rentable... –Es típico de ella hacerme mil preguntas y luego no escucharme en absoluto.

–Ha habido un asesinato. –Dejé caer con suavidad, interrumpiendo su retahíla. Hacer callar a Ana era un proeza extraordinaria, no pude evitar sonreír un poco pensando en la cara que debía haber puesto. Aguardé unos segundos antes de continuar, pero ella no dijo nada. –Esta mañana encontraron el cadáver de una chica en el bosque, por lo que sé la asesinaron anoche y además trabajaba en el hotel. No sé cómo lo estarán llevando los dueños, pero lo más probable es que, siendo dueños de un complejo tranquilo y familiar como este, les resulte muy duro lidiar con la mala publicidad que pueda generar tener a un asesino suelto por el pueblo, y podemos trabajar con eso.

–Está bien. –Dijo por fin tras otros largos segundos en silencio, casi podía oír cómo sus neuronas trabajaban a máximo rendimiento en esa mina de oro que tiene por cerebro. –Tienes que seguir investigando, entérate de todo lo que puedas, y llámame mañana. Te conseguiré una entrevista con los dueños, para entonces tienes que estar preparado. Por lo que sé están apegados al sitio, así que no va a ser fácil.

–Sí, lo sé...déjalo en mis manos. Hasta mañana Hilda. –Me despedí.

–Tienes que dejar de llamarme así. –Fue su respuesta, y después colgó.


Terminada la llamada me dispuse a trabajar en el informe, y un rato después empecé a prepararme para mi cita con Auri. A las ocho menos diez estaba ya en el vestíbulo, recién afeitado y vestido con pantalones negros y un sencillo suéter gris a juego con mis ojos.