jueves, 6 de marzo de 2014

72 Horas de encierro

No había cambiado nada desde la última vez. Tras cinco largos años siguen colgando de las paredes los mismos cuadros, estas permanecen pintadas con los mismos colores, incluso tenía la sensación que el enorme cristal desde el que intuía me observaban del otro lado, sigue manchado con las mismas huellas dactilares de entonces. El piloto rojo de la cámara de vigilancia empezó a parpadear, ese detalle me indicaba que se habían iniciado las grabaciones, pronto algún policía entraría en la sala de interrogatorios para comenzar con el mismo.
La puerta se abrió de un estruendo, fue abierta con furia desde el otro lado y tras ella apareció la silueta de alguien que un día fue parte de mi familia.
 - Buenos días Samuel, no esperaba verte, es más no tenía ganas de verte, pero me resulta curioso que vuelvas a estar sentado en ese lado de la silla por segunda vez y por los mismos cargos ¿no te parece… cerdo? –dice en voz bajita, en un tono casi inaudible-
- Ya le dije a tu compañero lo que sabía, estaba bajando al pueblo como todas las mañanas cuando mi perro salió corriendo y tuve que perseguirlo durante un buen rato, hasta que llegamos a la esce… - si si – interrumpe el policía – llegaste a la escena del crimen por casualidad y nuevamente volviste a encontrar el cuerpo sin vida de una mujer, que también era rubia de cabello corto, que también aparece golpeada en la sien y que casualmente también es de tu entorno, ¡cuánto habría ganado el cuerpo de la policía con un agente como tú! – Golpea con las dos manos fuertemente en la mesa y se encara juntando casi su frente con la mía – ya me conozco muy bien esa historia Samuel, ya la has contado antes, la otra vez te sirvió el papel de víctima, quien iba a pensar que el pobre viudo asesinaría a su esposa, ¡a mi hermana! –dice gritando-, los engañaste a todos, a todos menos a mí. ¿Dónde estabas anoche Samuel?
- En casa obviamente
- Claro claro, estabas en casa, ¿tienes como demostrarlo? No me lo digas -dice con ironía- tu perrito es tu coartada –dice con tono burlón-
- Claro que no tengo coartada, sabes que vivo alejado en la falda de la montaña, estaba en casa, tenía que levantarme temprano para ir al hotel a trabajar, hoy por la mañana me esperaba un grupo de turistas para llevarlos de caza., pregunta si quieres al hotel
- ¿Así que el hotel puede justificar tus clases?
- Te estoy diciendo que así es
- Entiendo, te puede justificar que hoy por la ma-ña-na –dice despacito- pero eso sigue sin contestar a la pregunta de donde estabas anoche – en su rostro se dibuja una sonrisa malvada- te volveré a hacer la pregunta ¿Dónde estabas anoche?
- Se donde quieres llegar a parar Carlos, no te voy a seguir el juego, ya te dije donde estaba y no me puedes acusar ni de este crimen porque no tengo nada que ver, ni tampoco con el de Lucia porque ya se demostró que yo era inocente; bastante lloré por las noches y sufrí su pérdida como para que me sigas acusando de ello.
Dando la espalda a la cámara, a voz de susurro- vas a pagar por ello… asesino, así que el sospechoso se niega a colaborar –vuelve a decir en un tono normal- bien, no pasa nada -se gira hacia la cámara- vayan preparando una habitación, tenemos un nuevo huésped –se vuelve a girar hacia mi- por ahora y hasta que aparezcan nuevas pruebas vas a pasar las próximas setenta y dos horas en el calabozo – al tiempo que en su rostro se dibuja una amplia sonrisa, una sonrisa de satisfacción-.

  

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