lunes, 24 de marzo de 2014

Auri, la camarera

Después de escuchar lo del asesinato decidí informarme un poco más antes de llamar a Ana. Una noticia así podría suponer tanto una ventaja como un desastre en vistas a la futura oferta de compra, necesitaría más datos para saber a qué atenerme.
Volví a mi habitación para dejar el portátil y coger el abrigo, me pasé los dedos por el pelo castaño frente al espejo antes de salir, y me dirigí al lugar más lógico cuando se necesita información de ésta índole: el bar.
Bajé la colina por el camino de piedras grises, dejando atrás el complejo, y llegué hasta la plaza central del pueblo. Justo en el centro se alzaba una ostentosa fuente y al otro lado se hallaba una tasca bastante llena, sobretodo de turistas. Se veía tan cuidadosamente antigua que parecía artificial, estaba obviamente enfocado a los visitantes, así que no me interesaba, tendría que probar en otro sitio. Me dispuse a dar un paseo por las callejuelas del pueblo y, pasados unos minutos, me llegó un fuerte olor a estofado. Siguiendo el aroma a especias llegué a un pequeño bar, mucho más descuidado que el primero. Pese a ser las dos de la tarde, hora de comer, había escasos clientes. Una joven rubia, con pecas en las mejillas y un delantal blanco ajustado sobre la fina cintura se afanaba limpiando la barra de madera oscura. Se notaba a kilómetros que pertenecía a aquel lugar, ella era justo lo que necesitaba. Me senté en uno de los taburetes, justo delante de la joven, y sonreí cuando levanto sus enormes ojos verdes para mirarme.
-Buenas tardes. –Le dije cortés. – Me encantaría un plato del estofado del día. – Apunté con el dedo a la pizarra que tenía a su derecha, donde aparecía la oferta.
-Marchando. –Respondió ella sonriente, aunque con la expresión algo apagada. Desapareció por una de las puertas y volvió un instante después con un plato humeante que dejó delante de mí. -¿Y para beber?
-Sólo vino, gracias. –Dejé que mi mirada recorriera su rostro, deteniéndose un instante en sus labios para luego volver a sus ojos. Ella se sonrojó ligeramente, esto marchaba bien. –Esto está algo vacío para ser la hora de comer, ¿no? –Pregunté en tono casual antes de llevarme una cucharada a la boca.
-Bueno, normalmente no se llena demasiado, pero es cierto que hoy está más vacío de lo normal.
-¿Y a qué se debe?
-Nos suelen pedir que no hablemos de estas cosas con los visitantes... –Dijo un poco insegura.
-No se lo diré a nadie, lo prometo. –Guiñé un ojo y ella sonrió, ya era mía.
-Está bien... Encontraron a una chica muerta esta mañana, en el bosque.
-¿De verdad? –Alcé las cejas pareciendo sorprendido. -¿Qué le pasó?
-No se sabe...los medios aseguran que fue un accidente, pero muchos dicen que fue un asesinato. Mi hermano vio el cadáver, dijo que era siniestro, que no podía ser un accidente. Además la chica era de aquí, ella conocía el bosque.
-¿Tú la conocías?
-Aquí todos nos conocemos. Ella era casi de la edad de mi hermano y se llevaban bastante bien. –Le brillaron un poco los ojos con tristeza.
-Vaya, lo siento. –Dije sintiéndolo de verdad y dejé caer una mano sobre su brazo para reconfortarla. –Me llamo Eric, por cierto.
-Yo soy Auri, encantada.

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